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Mejorar nuestro comportamiento puede requerir a veces una autoevaluación más profunda.

Creer que no somos buenos o que somos culpables debido a un hábito indeseable puede debilitarnos y prolongarlo.

Cuando nos damos cuenta de que hemos cometido un error y empezamos a planificar cómo corregirlo, nuestra comprensión aumenta a medida que avanzamos.

Facilitar los cambios se logra mejor con calma y cariño hacia nosotros mismos en lugar de abordarlos desde una perspectiva de culpa.

Negar algo a menudo nos frena. La aceptación y la comprensión nos transforman.

La perseverancia y la constancia son necesarias para alcanzar la maestría. Sin embargo, la maestría no es un objetivo final, sino un proceso continuo.

Si comprendemos que algo es importante para nosotros, quizá queramos seguir practicándolo.

A menudo, el valor de disfrutar el camino es mayor que el valor de llegar.

Es más probable que nos sintamos motivados cuando tomamos decisiones que indican que estamos conduciendo, no siendo llevados.

Podemos superar la resistencia inicial y generar impulso con pequeños logros. Es posible empezar poco a poco, alcanzar nuestras primeras metas, apreciarlas y perseverar.

En lugar de aspirar a un resultado determinado de antemano, podemos empezar a cambiar nuestras acciones para crear una nueva mentalidad.

La forma en que nos percibimos a largo plazo puede mejorarse mediante acciones constantes.

A veces, podríamos creer que debemos depender de nuestra fuerza de voluntad. Sin embargo, el poder de la claridad a menudo conduce a cambios más duraderos.

Cuando cambiamos nuestras preferencias y deseamos constantemente nuestra nueva forma de ser más que la anterior, con el tiempo, obtenemos mayor claridad.

Cuando somos plenamente conscientes de algo, se dice que tenemos una realización.

Si no estamos contentos con nuestro comportamiento, podría deberse a que aún no lo hemos examinado a fondo.

El potencial para un mayor disfrute está a nuestro alcance.

Los placeres menores pueden hacernos felices por un momento, pero a la larga pueden resultar insatisfactorios.

Nuestro hoy y nuestro mañana pueden estar llenos de placeres mayores, mucho más gratificantes.

Con frecuencia, lo que más apreciamos en nuestra escala de valores es lo que perseguimos y en consecuencia, lo que solemos obtener.

Cuando valoramos tomar mejores decisiones, disfrutamos de una mayor sensación de bienestar.

Tomamos mejores decisiones cuando no tenemos pensamientos conflictivos que puedan dividirnos, sino pensamientos complementarios que nos brindan la gratificante sensación de integridad.

Podemos ser conscientes de nuestros pensamientos y replantearlos más ingeniosamente para encontrar un mejor enfoque.

En lugar de tomar una decisión y quizá lamentarnos después, podemos elegir una que nos brinde verdadera satisfacción.

Apreciemos el contentamiento que proviene de ser cariñosos con nosotros mismos, ser saludables y estar alineados con nuestras aspiraciones.

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