Continuar el camino del crecimiento personal es nutrir el jardín interior, la espaciosidad donde las semillas de un potencial mejorado, a veces latente, pueden brotar alegremente y seguir floreciendo.
No está destinado a ser un esfuerzo tormentoso, puede ser un despliegue suave y placentero. Cuando es agradable, tenemos el tiempo a nuestro favor, convirtiéndose en un baile con la cultivación.
Abordarlo con sabiduría y alegría es crecer sin la necesidad de gratificación inmediata. Las recompensas son inherentes al viaje, cuando observamos la artesanía de la mejora.
Reconociendo primero el suelo de donde brota el crecimiento, con la comprensión de las tendencias propias, más allá de los contornos del carácter y la personalidad, podemos escuchar los sutiles susurros de nuestra esencia.
Este rico suelo fértil se nutre a través de la introspección y disfrutando de la quietud. Después de escuchar la melodía de nuestro centro más interior, podemos registrar notas escritas sobre las intuiciones.
Un enfoque meditativo y ocasionalmente una contemplación atenta, son instrumentos invaluables en esta aventura.
En segundo lugar, podemos elegir las semillas que nos gustaría cultivar. Las habilidades y perspectivas, y las maravillosas virtudes que queremos infundir en ellas.
Cultivando con precisión en lugar de intentar abarcar mucho, podemos dirigir nuestra energía con mayor efectividad hacia ellas.
Si no somos impacientes, no necesitamos pensar en términos de ser pacientes, la luz a través del tiempo es primordial para crecer. A medida que las raíces se profundizan, también lo hacen la estabilidad y sus frutos.
Nutrir regularmente es esencial para un jardín bien equilibrado. Sus nutrientes pueden provenir de la tranquilidad encontrada en el descanso, nuevos puntos de vista compartidos en interacciones significativas, o el asombro otorgado por el arte y la naturaleza.
Teniendo experiencias que desarrollan nuestra visión, expandiendo nuestras demarcaciones y vibrando con nuestras cualidades más bellas.
Seleccionar es fundamental para el crecimiento, contando con relaciones mejoradas, discerniendo y permitiendo que el fluir de energía hermosa llegue a nuevas costas.
Observando la naturaleza de las estaciones cambiantes, podemos aceptarlas naturalmente y beneficiarnos de su ritmo. Un florecimiento percibido más rápido a menudo proviene de un período más lento y tranquilo.
Podemos celebrar a través de la apreciación la maravilla de la interconexión existencial, que trae la primavera de nuevo.
En tercer lugar, podemos recordar que las imperfecciones son parte del camino, frecuentemente, los obstáculos no detienen el camino, lo enriquecen.
Estando agradecidos por el proceso, disfrutamos nutriendo.
Deleitarnos en nuestro inmenso jardín, por supuesto, no es una competición, sino un paseo a través del refinamiento, expresando nuestra presencia de maneras mejoradas, cooperando con la existencia.
Colaborando agradecidamente con la vida, en lugar de buscar su significado, podemos darle significados preciosos.
Después de todo, si somos la evolución del polvo estelar, tenemos la oportunidad que las estrellas distantes quizás no tengan, momentos compartidos de apreciación a menudo preceden a un crecimiento fascinante.


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